La luz combinada de las estrellas de la Vía Láctea es reflejada por estas nubes de polvo cósmico que se elevan unos 300 años luz por encima del plano de nuestra galaxia. La débil aparición, llamada la nebulosa del Ángel, forma parte de un gran complejo de nubes moleculares tenues, difundidas y relativamente inexploradas. Estos cirros galácticos polvorientos, que habitualmente se encuentran en latitudes galácticas altas, se pueden rastrear en las grandes regiones que hay en los polos galácticos norte y sur. Junto con la reflexión de la luz estelar, los estudios indican que las nubes de polvo producen una débil luminiscencia rojiza a medida que los granos de polvo interestelar convierten la radiación ultravioleta invisible en luz roja visible. Esta imagen de campo amplio de 3 × 5 grados, que también muestra las estrellas cercanas de la Vía Láctea y un grupo de galaxias distantes, abarca unas 10 lunas llenas en el cielo de la Tierra, en la constelación de la Osa Mayor.

Crédito de la imagen: Rogelio BernalAndreo (Deep Sky Colors)

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