La mayor tormenta solar registrada fue el 1 de septiembre de 1859, cuando las comunicaciones se limitaban a los telégrafos. La tormenta afectó a las oficinas de telégrafos de todo el mundo. En pocas horas los cables telegráficos entre Estados Unidos y Europa se cortaron espontáneamente, provocando numerosos fuegos. Ese día y al día siguiente se generaron espectaculares auroras, las que siempre se asocian a regiones cercanos a los polos, pero en ese momento se observaron incluso en lugares como Roma, La Habana, Hawaii y el mar Caribe!

Las eyecciones de masa coronal (CME) que una tormenta solar provoca, normalmente tardan 3 a 4 días en llegar, ¡pero ésta tardó sólo 17 horas y 40 minutos! Los campos magnéticos que contenía eran intensos y en directa oposición a los terrestres, lo que hizo que cancelara el campo magnético de la Tierra, permitiendo que las partículas cargadas pudiesen entrar a la atmósfera, lo que explica la abundancia de auroras que se dio.