La primera incursión de la Unión Soviética en los vuelos espaciales tripulados llegó en la forma de la nave espacial Vostok, que fue pensada para tener un uso en los vuelos espaciales tripulados y como parte de la red de espionaje soviética. La nave tenía se dividía en dos: la parte superior esférica era la cápsula en la que el cosmonauta viajaba y donde estaban los instrumentos, y en la parte inferior cilíndrica iban el motor y su propulsor.
La primera nave espacial tripulada, llamada Vostok 1, se lanzó el 12 de abril de 1961, permitiendo así que el cosmonauta Yuri Gagarin tuviera el honor de ser el primer humano en el espacio.
Gagarin completó una órbita alrededor de la Tierra durante su experiencia de 108 minutos en el espacio. La nave iba en control automático, ya que los ingenieros espaciales no estaban seguros de cómo un humano podría reaccionar a las condiciones de ingravidez.
Los soviéticos no tenían un sofisticado plan de aterrizaje para la nave precisamente, por lo que Gagarin en realidad tuvo que descender en paracaídas hasta aterrizar a salvo en el suelo desde una altura de unos 7.000 metros de altura sobre la Tierra. La cápsula Vostok también aterrizó en paracaídas, pero los ingenieros pensaron que dejar al cosmonauta en la cápsula podía ser demasiado arriesgado para él. El aterrizaje en paracaídas de Yuri se mantuvo en secreto durante muchos años, ya que el organismo internacional responsable de certificar el primer vuelo espacial orbital, requería que el astronauta llegara a tierra junto con la nave.
Gagarin se transformó en un héroe instantáneo en la Unión Soviética, siendo elogiado en varias ocasiones y convirtiéndose en la imagen de la Carrera Espacial y del Partido Comunista. Gracias a su viaje, la Unión Soviética había cobrado otra importante “primera vez” en la carrera espacial, provocando que los Estados Unidos tuvieran que ponerse al día una vez más.

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