Cada estrella tiene su propio código de barras que revela su composición química. Si haces pasar la luz del Sol por un prisma, en el espectro del arcoíris resultante aparecerán una serie de líneas oscuras, parecidas a un código de barras. Éstas corresponden a longitudes de onda particulares que no aparecen porque son absorbidas por los gases de la atmósfera del Sol. Cada línea corresponde a un elemento químico particular que se encuentra en varios estados y diversas energías, desde átomos neutros a iones excitados. Del mismo modo, la luz de las demás estrellas también tiene su propia huella química. Evidentemente, como los astrónomos no pueden llevar las estrellas a sus laboratorios ni viajar hasta ellas, recurren a técnicas como esta (llamada espectroscopia) para poder realizar sus observaciones a distancia.