En pleno siglo XXI, un grupo de investigadores dio con el virus más grande de la historia: Pithovirus sibericum. Pero su gran tamaño no es lo más peculiar de este organismo, sino el hecho de que ha permanecido 30.000 años bajo el hielo de Siberia y acaba de ser reactivado en un laboratorio. Aunque se encontraba a 30 metros de profundidad entre las capas heladas de la tundra siberiana, conocidas como ‘permafrost’, alejado de la luz y del oxígeno, su material genético se ha mantenido en perfecto estado de conservación. Pithovirus ha permanecido latente durante, al menos, 30.000 años, hasta que los científicos que lo han rescatado utilizaron amebas -un organismo unicelular- para comprobar si todavía podía comportarse con normalidad.

Según explica Chantal Abergel, investigadora de la Universidad de Marsella (Francia) y coautora del estudio que acaba de publicar en la revista Proocedings of the National Academy of Sciences (PNAS), «debido a que las condiciones cambiaron, el virus se descongeló y se reactivó». Durante las 12 horas siguientes a su reactivación, «el virus se introdujo en la ameba y se multiplicó cientos de veces. La ameba murió por rotura (denominado ciclo lítico) y apareció una nueva generación de virus», indicó Chantal.

Los científicos dieron con este virus gigante en el año 2000 en Chukotka, al noreste de Rusia. Este nuevo agente patógeno se añade a la pequeña lista de virus gigantes compuesta por Pandoravirus, Mimivirus y, ahora, Pithovirus. Los Mimivirus son el género que contiene el mayor material genético y los Pandoravirus eran, hasta ahora, los que tenían mayor tamaño: 1µ (micras) de longitud y 0,5µ de diámetro. Tras este nuevo descubrimiento, Pithovirus desbanca a los Pandoravirus ya que mide 1,5µ de longitud, lo que es comparable en tamaño a una pequeña bacteria.

Pero no hay que alarmarse, ya que según los investigadores, este virus no supone un riesgo para las personas y animales. «Bajo las condiciones en las que aislamos el virus, éste no es infeccioso», declaran en su estudio. Sin embargo, no descartan que el virus se encuentre en algunos animales o plantas de las capas del permafrost. Además, plantean que este virus pudo infectar a los últimos neandertales que vivieron en la Tierra. «Los restos de los últimos Neandertales (hace 28.000 años) han sido localizados en Rusia. Estos ancestros vivieron, padecieron enfermedades y murieron. Es interesante pensar que, tal vez, el virus les pudo infectar», destacan los científicos.

Actualmente continúan estudiando el material genético de este virus gigante para comprobar sus teorías. «Si encontramos alguna analogía (con los agentes infecciosos que se dan en humanos) el riesgo será real, sino estaremos a salvo. Desde luego no queremos revivir este virus si es un patógeno», asegura la investigadora Abergel.

Según los autores, este virus arcaico que ha llegado hasta nuestros días podría aportar información sobre algunas preguntas fundamentales como el origen de la vida en nuestro planeta y la evolución de los virus y las células.

El calentamiento global contribuye a que poco a poco se derrita el hielo de las capas superficiales del permafrost, así que cada año se van desenterrando microorganismos, algunos desconocidos. Abergel advierte de que, si los viriones (virus aislados que no se encuentran infectando ningún organismo) permanecen en esas capas y se activan, se podría producir un cóctel para el desastre.

Fuente: elmundo.es

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