Las nebulosas son grandes nubes formadas principalmente de gas y polvo. El gas que las forma es fundamentalmente hidrógeno y helio, pero no por ello las nebulosas son siempre iguales. Así pues, existen nebulosas de tipos muy diferentes, tanto por sus características como por su origen. En este sentido encontramos nebulosas con orígenes totalmente opuestos. Por ejemplo, existen nebulosas de las que nacen las estrellas y nebulosas que se forman cuando muere una estrella.

Podemos observar en el cielo cientos o miles de nebulosas. Sin embargo, solo existen unos pocos tipos de nebulosas. Así, dentro de las nebulosas encontramos nebulosas de emisión, nebulosas de reflexión, nebulosas oscuras, nebulosas planetarias y remanentes de supernova.

Nebulosas de emisión

Las nebulosas de emisión son aquellas que brillan con luz propia. Las estrellas cercanas excitan el gas de la nebulosa, provocando su ionización. De esta forma, el gas es capaz de emitir luz en distintas longitudes de onda en función del gas que las forma y de la energía que recibe de las estrellas de alrededor.

Estas nebulosas son generalmente las más brillantes y espectaculares. Su forma es irregular, pero siempre aparecerán rodeadas de estrellas. Abundan en las cercanías del centro galáctico. Uno de los ejemplos más típicos es la Nebulosa del Omega, también conocida como nebulosa del Cisne o M17.

Nebulosa del Cisne o M17

Nebulosas de reflexión

Las nebulosas de reflexión no reciben suficiente energía de las estrellas cercanas como para emitir luz propia. Sin embargo, sí son capaces de reflejar la luz de las estrellas próximas. Estas nebulosas son generalmente de colores azulados, aunque también podemos encontrar nebulosas de reflexión de otros colores como en el caso de Rho Ophiuchi.

Este tipo de nebulosas no son tan brillantes, por lo que suelen resultar más difíciles de observar. El ejemplo típico de nebulosa de reflexión lo encontramos en Las Pléyades. Este cúmulo de estrellas aún muestra parte de la nebulosa de la que han surgido las estrellas. Precisamente, estas estrellas jóvenes y azuladas son las que iluminan la nube de gas que queda a su alrededor. Desde un cielo oscuro y a través de un telescopio podremos ver esta nebulosidad rodeando el cúmulo de estrellas.

Las Pléyades, nebulosa de reflexión

Nebulosas de emisión y reflexión

Esta clasificación no es cerrada y en ocasiones puede haber nebulosas que entren en dos o más categorías. Un ejemplo muy claro es la nebulosa de Orión, que combina regiones de emisión y de reflexión. El centro de la nebulosa es iluminada por las estrellas jóvenes que forman el conocido “trapecio”, mientras que el resto de la nebulosa emite luz propia. De hecho, es una de las nebulosas de emisión más brillantes y espectaculares del cielo.

Nebulosa de Orión

Nebulosas oscuras o de absorción

Las nebulosas oscuras no están asociadas a ninguna estrella, por lo que no están ionizadas ni reflejan la luz de ningún astro. Así pues, una nebulosa oscura es una zona de gas y polvo interestelar que no brilla ni emite luz. A través del telescopio aparecerá como una región oscura que oculta las estrellas o el gas que tiene detrás.

Una de las nebulosas de absorción más conocidas es la nebulosa Cabeza de Caballo. Sin embargo, no es la única nebulosa oscura que existe. Por ejemplo, en nuestra Vía Láctea encontramos zonas de gas oscuras que ocultan grandes zonas del cielo, dando la sensación de que en esas regiones hay menos estrellas. La más fácil de ver es quizá el denominado “Saco de Carbón”.

Nebulosa Cabeza de Caballo

Nebulosas planetarias

Las nebulosas planetarias son muy diferentes al resto de nebulosas debido a su origen. Sin embargo, son nebulosas de emisión, ya que la nube de gas brilla por sí misma al estar ionizada por la energía que emite los restos (enana blanca) de la estrella que las genera. En este caso la nube de gas se genera por el paulatino e imparable crecimiento de las capas externas de la estrella, hasta el punto en el que dichas capas se separan por completo del núcleo estelar.

Estas nebulosas son, por tanto, mucho más pequeñas y menos brillantes. Su nombre puede llevar a confusión, ya que la única relación con los planetas es que a través del telescopio suelen verse con formas redondas y de pequeño tamaño, siendo similares a un planeta.

Existen muchos ejemplos conocidos de nebulosas planetarias. La nebulosa del ojo de gato, la del esquimal, la hélice, etc.

M57, Nebulosa del anillo

Remanentes de supernova

En cambio, las estrellas muy masivas terminan su vida de manera mucho más violenta en forma de supernovas. El destino final de la estrella suele ser una estrella de neutrones o un agujero negro y la nebulosa que genera es diferente a las nebulosas planetarias. En este caso la explosión es mucho más violenta y esto se ve reflejado en la nebulosa. Se pueden apreciar estructuras debidas a las ondas de choque de la explosión y formas más caóticas.

Nebulosa del Cangrejo

Fuente: astroaficion.com

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