Incluso antes de que una pandemia paralizase el planeta, había serias dudas de que el hombre fuera a llegar a Marte en la década de los treinta, como anunció el gobierno de Estados Unidos. La tarea es demasiado compleja y el dinero es demasiado escaso: hay que preparar la tecnología para que los astronautas pasen tres años en el espacio y no sucumban ante la radiación o la ingravidez. Sencillamente todavía no es posible hacerlo.

Ahora, un estudio ha revelado nuevos efectos sobre la salud de los viajes espaciales de larga duración. Una investigación publicada en Radiology, y realizada al examinar a 11 astronautas de la Estación Espacial Internacional, ha concluido que estos viajes alteran el volumen del cerebro y deforman la glándula pituitaria. Algunos de estos cambios se mantienen por lo menos un año después de haber finalizado el viaje, lo que sugiere, según los autores, que se trata de efectos permanentes.

Cerebro de un astronauta antes (izquierda) y después del vuelo (derecha)
Cerebro de un astronauta antes (izquierda) y después del vuelo (derecha) – Radiological Society of North America.

«Cuando estás en microravedad, fluidos como la sangre venosa no van hacia las extremidades inferiores, sino que se redistribuyen hacia arriba»,explica Larry A. Kramer, investigador de la Universidad de Texas (Estados Unidos) y director del estudio. «Este puede ser uno de los mecanismos que causan los cambios que estamos observando en el ojo y el compartimento intracraneal».

Demasiada sangre en la cabeza

Las imágenes que llegan desde la Estación Espacial Internacional muestra a los astronautas congestionados, con la piel de sus rostros extrañamente elevada, a causa de las condiciones de microgravedad. La sangre, que en la superficie de la Tierra se acumula en la parte inferior del cuerpo, en el espacio aumenta su presión en la cabeza, como si en la Tierra su cuerpo estuviera invertido. Por ello, los astronautas que pasan mucho tiempo en el espacio pueden desarrollar problemas de visión: la presión sanguínea acaba contrayendo el nervio óptico, causando hemorrágeas en la retina o deformando la estructura de los ojos.

Cambios en la glándula pituitaria de dos atronautas (arriba y abajo)
Cambios en la glándula pituitaria de dos atronautas (arriba y abajo) – Radiological Society of North America.

En esta ocasión, los exámenes a 11 astronautas que pasaron por la Estación Espacial Internacional, por medio de técnicas de resonancia magnética, han revelado que las misiones de larga duración aumentan el volumen del fluido cerebro-espinal, que rellena huecos dentro del cerebro y la médula espinal, y el volumen de la materia blanca. Estos cambios perduran durante al menos un año tras acabar el vuelo espacial, lo que sugiere transformaciones permanentes.

Alteraciones en la glándula pituitaria

Además, la glándula pituitaria, una parte del cerebro del tamaño de una arveja con un papel central en la regulación del metabolismo, se aplana y encoge, probablemente debido a la existencia de presiones intracraneales anómalas durante periodos prolongados de tiempo.

También se ha observado un aumento del flujo del líquido cerebro-espinal y el crecimiento de los ventrículos laterales, dos de los espacios por los que circula. En la Tierra, el aumento del flujo está asociado con demencia, problemas al caminar o para controlar la vejiga, si bien estas dificultades no se han observado en astronautas hasta ahora.

Los investigadores creen que este trabajo puede ayudar tanto a desarrollar contramedidas para proteger a los astronautas como para atender a personas en la Tierra que, por ejemplo, padezcan hidrocefalia u otras condiciones.

Con vistas a preparar futuras misiones de larga duración, hay investigaciones que barajan medidas para contrarrestar la ingravidez y/o la microgravedad, como instalar centrifugadoras para devolver la sangre a su cauce o trajes para crear presiones negativas en las extremidades inferiores.

Aparte de esto, hay otros muchos problemas para poder viajar a Marte. Uno de los más graves es la radiación: por ello, se está pensando en crear naves con blindajes y nuevos tratamientos farmacolólogicos. Las largas distancias y el tiempo de viaje de las ondas están obligando a crear sistemas de soporte vital que permitan reciclar nutrientes e inteligencias artificiales para gestionar las naves sin depender de los equipos de apoyo de Tierra.

Fuente: abc.es

 

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