Este año, una imagen vale más que mil palabras. Quizás no sea realmente así, porque el trabajo para conseguirla ha sido enorme, pero la revista Science se ha rendido ante la fuerza de una fotografía, la primera que nos muestra un agujero negro, convirtiendo en luz lo que antes era oscuridad. El logro ha sido considerado por la prestigiosa publicación como el descubrimiento científico más importante del año. Además de este suceso histórico, te compartimos otros dos descubrimientos destacados del año.

1. La primera imagen del abismo

La primera fotografía de una agujero negro. Dicho objeto está en la galaxia M87, a 55 millones de años luz de la Tierra – Colaboración del Event Horizon Telescope et al.

El año 2019 será recordado por haber sido la fecha en la que los astrónomos vieron algo imposible de ver. El consorcio internacional del Event Horizon Telescope (EHT), formado por 200 investigadores, presentó en abril la primera imagen de un agujero negro de toda la historia. La instantánea, que dio la vuelta al mundo y apareció en los informativos y las portadas de los periódicos de todo el planeta, mostró el aspecto de un agujero negro supermasivo. Estos objetos son invisibles, porque su gravedad es tan inmensa que se traga la materia y la luz, pero los científicos pudieron mostrar el aspecto del gas arremolinado a su alrededor y la forma de su horizonte de sucesos, la frontera a partir de la cual la gravedad es inexorable.

Como una naranja en la Luna

El objeto en cuestión, que en el cielo sería tan grande como una naranja puesta en la Luna, está situado en el centro de la galaxia Messier 87, a 55 millones de años luz de la Tierra. La imagen, borrosa, muestra un anillo anaranjado en el que la materia que rodea al agujero emite radiación a medida que gira a altas velocidades, antes de ser engullida por el pozo gravitacional que hay en el centro, justo en el punto oscuro: ahí descansa el agujero negro propiamente dicho. Este objeto no es muy grande a escala galáctica, cabría en la órbita de Mercurio, pero tiene una masa de 6.500 millones de soles. Heino Falcke, uno de los miembros del equipo que obtuvo la imagen, contó que el primer vistazo al agujero fue como «mirar a las puertas del infierno».

La imagen fue fruto de 20 años de trabajo y de un esfuerzo que implicó reclutar a astrónomos y radiotelescopios de todo el mundo para crear un telescopio virtual tan grande como la Tierra. Los datos se recogieron a lo largo de varias noches de observación en abril de 2017, pero hicieron falta dos años de trabajo para que dos equipos independientes calibraran y procesaran los datos, mientras que otros comprobaron esos resultados, también por separado.

Confirmando a Einstein

Gracias a esto, se consiguió una evidencia tangible y comprensible de la existencia de los agujeros negros. Pero, por encima de todo, se logró una confirmación de relatividad general de Albert Einstein y, en concreto, se reafirmaron aquellas de sus ecuaciones que describen el funcionamiento de la gravedad y el espacio-tiempo en aquellos lugares donde las masas son inmensas (lo que se conoce como campo fuerte).

Lo cierto es que con esta primera imagen se logró poner a prueba la relatividad con una precisión de solo el 10%. Pero, al mismo tiempo, se inauguró un campo en el que se podrá aumentar la precisión y hacer pruebas más exigentes a las teorías de Einstein: «Este triunfo es el comienzo, no la culminación, de este proyecto de investigación», ha dicho para Science Roger Blandford, investigador del Event Horizon Telescope.

De hecho, en 2020 este consorcio contará con 11 nuevas instalaciones y mayores capacidades. Su objetivo será obtener una imagen de Sagitario A*, el agujero negro supermasivo del centro de la Vía Láctea. Se cree que las siguientes ampliaciones permitirán observar una veintena de agujeros negros y obtener videos del comportamiento de sus horizontes de sucesos. De esta forma, en cuestión de décadas se aprenderá más sobre estos objetos tan importantes en la evolución de las galaxias que son capaces de engullir el espacio-tiempo y de poner a prueba nuestra comprensión sobre el Universo.

2. Después del gran impacto

Hace 66 millones de años, un asteroide gigantesco impactó en lo que hoy es la provincia del Yucatán, en México, provocando la desaparición del 76% de las especies de la Tierra, incluidos los grandes dinosaurios. Este año, varios estudios nos han contado con un detalle sin igual qué pasó después. El análisis de un núcleo de sedimento extraído de ese mismo lugar, en el que han participado investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), lo ha relatado minuto a minuto, desde cómo el cráter de impacto se llenó de roca fundida a cómo, al final del día, fue arrasado por un tsunami. La ausencia de azufre en el material también confirma que todo se vaporizó, ayudando a causar un rápido enfriamiento global y oscuridad. A miles de kilómetros del suelo cero, en Dakota del Norte, otros investigadores comprobaban los efectos catastróficos del impacto en unos peces fósiles cuyas branquias están llenas de partículas de vidrio del mismo impactador. Pero la vida se recuperó más rápido de lo esperado, como demuestra el análisis de un tesoro de miles de fósiles de animales y plantas de un yacimiento de Colorado. Aparecieron las legumbres y los mamíferos duplicaron su tamaño y diversidad dentro los primeros 100.000 años. Eso sí, la investigación de unos pequeños organismos unicelulares ha documentado una rápida acidificación de los océanos después del impacto y la supresión de la vida marina durante un millón de años. En este trabajo ha participado la Universidad de Zaragoza.

3. El objeto más lejano explorado

El pasado 1 de enero, la sonda New Horizons de la NASA sobrevolaba un pequeño objeto de 36 kilómetros de ancho a unos 6.600 millones de kilómetros de la Tierra, en una región más allá de Neptuno llamada cinturón de Kuiper. La roca MU69, conocida con el nombre indio de Arrokoth tras la retirada de su primer apodo, Ultima Thule, por connotaciones nazis, se convertía así en el mundo más lejano visitado por una nave espacial. New Horizons reveló que Arrokoth consiste en dos bloques de construcción planetarios prístinos que se asemejan a dos tortitas grumosas unidas por un cuello estrecho. Sin cráteres, los dos lóbulos helados se formaron por separado al comienzo del Sistema Solar. La nave proporcionó mucha información sobre los orígenes del cuerpo y todavía le queda mucha más por transmitir hasta el final de 2020.

Fuente: abc.es

 

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