La próxima vez que los humanos pisen la Luna, la retransmisión del primer paso de una mujer sobre el regolito podría parecerse más a una serie de Netflix en alta definición que a las imágenes granuladas de Armstrong. La NASA lanzó el pasado 5 de diciembre desde Cabo Cañaveral (Florida) una misión que pretende revolucionar las comunicaciones en el espacio. Pondrá a prueba el uso de la tecnología láser en vez de los sistemas de radiofrecuencia habituales con el objetivo de transmitir datos de diez hasta cien veces más rápido a la Tierra.

El experimento se llama Demostración del retransmisor de comunicaciones láser (LCRD, por sus siglas en inglés). Mediante el empleo de láseres infrarrojos, enviará datos a la Tierra a 1,2 gigabits por segundo (Gbps) desde una órbita geosincrónica situada a 35.000 km.

A esta velocidad y distancia, se podría descargar una película en menos de un minuto. Otro ejemplo de su capacidad: mientras que las ondas de radio pueden retransmitir 10 fotos en un minuto, la tecnología láser podrá retransmitir 100. Esta capacidad resulta fundamental para las próximas misiones de exploración espacial a la Luna, a Marte o más allá.

«Con la tecnología actual, si quisiéramos hacer un mapa completo del planeta Marte y transmitirlo de un punto A a un punto B, tardaríamos hasta tres meses. Con la tecnología láser, pasaríamos toda esa información en poco más de una semana», afirma Christian Rivera, desarrollador de software para el segmento terrestre de LCRD de la NASA, desde Hyattsville, Maryland.

No solo es una cuestión de velocidad. La definición de las imágenes también será sumamente mejor, comparable a la de nuestras conexiones domésticas a internet con fibra óptica. «Con esta tecnología podremos grabar vídeos en muy alta resolución. Tiene un gran valor científico», expresa Rivera.

Una vez que LCRD recibe información y la codifica, envía los datos a dos estaciones terrestres en la Tierra situadas en Table Mountain en el sur de California y en el volcán Haleakalā en Maui, Hawái. Estas ubicaciones, denominadas OGS 1 y OSG 2, fueron elegidas por sus condiciones climáticas despejadas y su gran altitud. Eso sí, que nadie espere ver un láser en el cielo. La emisión es en infrarrojo, invisible para el ojo humano.

Dos años de pruebas

«Las comunicaciones ópticas no van a sustituir a la radiofrecuencia, que tiene sus propios beneficios», puntualiza el experto. El motivo es que las perturbaciones atmosféricas —como las nubes y las turbulencias— pueden interferir con las señales de láser a medida que viajan a través de la atmósfera de la Tierra. «La idea es utilizar esta tecnología en conjunto. Si estamos a una distancia cercana a la Tierra y queremos transmitir información quizás la radiofrecuencia sea más conveniente. Pero si hablamos de largas distancias, como transmitir información entre Marte y la Tierra, no hay mucho obstáculo en ese camino, la radiofrecuencia va a necesitar mucha más potencia para transmitir la misma información que la que transmitiría el láser. Para largas distancias y mucho volumen de datos, la comunicación láser es más adecuada», señala Rivera.

LCRD pasará aproximadamente dos años realizando pruebas y experimentos de la NASA, otras agencias gubernamentales, el mundo académico y empresas comerciales. Estas pruebas permitirán a la comunidad aeroespacial aprender y perfeccionar aún más la tecnología para su implementación futura.

«La tecnología láser nos va a llevar mucho más allá. Cuanto más crece nuestra ambición y cuando más lejos queramos explorar el espacio más importante será para llevar a cabo nuestras investigaciones y aprender más de lo que hay fuera de este mundo», asegura Rivera.

Fuente: abc.es

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