Para los astrónomos, tanto los profesionales como aficionados, la estrella Alpha Orionis, más conocida como Betelgeuse, es una vieja conocida. Situada en la constelación de Orión, a unos 700 años luz de distancia, es la novena estrella más brillante del firmamento que podemos observar desde la Tierra. De hecho, tiene una masa doce veces mayor que la de nuestro Sol, lo que se traduce en que si la dejásemos caer en el centro de nuestro Sistema Solar, se extendería hasta donde se encuentra Júpiter. Sin embargo, últimamente los vigilantes del cielo han notado algo raro: Betelgeuse brilla la mitad de lo normal.

Alpha Orionis es una supergigante roja que ya ha agotado el combustible de su núcleo, por lo que ha aumentado mucho de tamaño. Después de este crecimiento, sufrirá una implosión central y un colapso masivo que la llevará a convertirse en una supernova de Tipo II. Aunque su destino se conoce desde hace tiempo -en 1836 el astrónomo John Herschel ya se dio cuenta de sus fluctuaciones-, no se sabe a ciencia cierta cuándo ocurrirá este desenlace, que sería visible a simple vista desde la Tierra.

Gráfico que compara Betelgeuse (en rojo) con otras estrellas de su constelación y con el Sol – Dave Dickinson.

El pasado 8 de diciembre, investigadores de la Universidad de Villanova (Estados Unidos) publicaron un artículo en The Astronomer’s Telegram en el que afirmaban que el brillo de Betelgeuse se había desvanecido aproximadamente una magnitud, o un poco más de la mitad de su magnitud habitual +0.5 a +1.5. Aunque sea una estrella fluctuante, una variabilidad tan grande podría ser señal de que está a punto de colapsar. Si esto ocurriera, nuestro planeta no estaría en la zona de peligro y no nos veríamos afectados. Por el contrario, sería una oportunidad única para que los astrónomos pudieran observar el fenómeno, que nunca se habría dado en la era del telescopio. Además, no se limitaría solo a los telescopios ópticos, sino que también se podría estrenar el Observatorio de ondas gravitacionales de interferometría láser (LIGO) para detectar las ondas gravitacionales de la supernova, así como el observatorio de neutrinos de la Antártida.

¿Qué veríamos entonces en el cielo? Según recoge Phys.com y guiándose por el mismo episodio similar ocurrido en la Gran Nube de Magallanes (también un evento Tipo IIb) como guía, «calculamos que cuando explote, Betelgeuse brillaría a una magnitud de -10. Eso es 16 veces más débil que una luna llena, pero 100 veces más brillante que Venus, lo que lo hace fácilmente visible en el cielo durante el día». De momento, solo hay que esperar, pero los astrónomos esperan que vuelva a iluminarse a principios de 2020. En el caso de que Betelgeuse se convirtiera en una supernova de tipo II ante nuestros ojos, estaríamos ante una situación agridulce: veremos un evento único en el cielo, pero la constelación de Orión nunca volverá a ser la misma.

Fuente: abc.es

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