Los agujeros negros son muy interesante, básicamente, por dos motivos. Gracias a ellos los físicos pueden aprender sobre los límites de la gravedad en el mundo de las partículas cuánticas y, también, gracias a ellos los astrónomos pueden investigar cómo se formaron las galaxias en el pasado.

Hace unos días, un estudio publicado en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society ha averiguado que en una constelación observada por el telescopio espacial Hubble, hay un enjambre de centenares de agujeros negros que habían pasado desapercibidos. Lo interesante es que su existencia, no observada pero sí deducida, puede poner patas arriba las teorías sobre la evolución de las galaxias.

El hallazgo se ha producido en NGC 6101, un cúmulo globular, o sea, una acumulación esférica de estrellas muy viejas formada casi a la par que la Vía Láctea, situada en la constelación de Apus. La decrepitud de las estrellas hacían que la dinámica de esta región del Universo fuera bastante aburrida, pero las simulaciones informáticas mostraron que para explicar la forma actual de NGC 1601, hacía falta introducir en las ecuaciones a centenares de agujeros negros más pesados que el Sol.

«Debido a su naturaleza, los agujeros negros son imposibles de ver con un telescopio, porque los fotones no pueden escapar de ellos», explica en un comunicado Miklos Peuten, el primer autor del estudio e investigador en la Universidad de Surrey, Reino Unido. «Así que para encontrarlos hay que buscar sus efectos gravitacionales por los alrededores. De este modo, si usamos observaciones y simulaciones podemos encontrar pistas claras sobre su paradero y conseguir ver lo invisible».

Gracias a estas simulaciones, los autores del estudio han deducido que NGC 6101 es la residencia de centenares de agujeros negros formados al final de la vida de centenares de estrellas. Lo interesante es que, hasta ahora, se pensaba que los agujeros negros de este tipo salían disparados del cúmulo tras la muerte de sus estrellas por explosiones de supernovas. Pero lo observado en este estudio lo descarta.

«Nuestro estudio pretende ayudar a resolver preguntas fundamentales sobre la dinámica de las estrellas y los agujeros negros, y sobre las recientemente descubiertas ondas gravitacionales», ha dicho Mark Gieles, otro de los coautores del estudio. «Estas ondas son emitidas con la fusión de agujeros negros. Y si nuestra interpretación es correcta, el núcleo de algunos cúmulos globulares debería ser el lugar donde ocurren estas fusiones».

El cúmulo hinchado

Los investigadores escogieron a NGC 6101 por su aspecto particular. En comparación con otros está en una etapa más temprana de su vida, en relación con la edad de sus viejas estrellas. Además, parece estar hinchado, y en su núcleo escasean las estrellas visibles.

Las simulaciones de los computadores de los 13.000 millones de años de existencia mostraron la que puede ser la explicación de la extraña apariencia del cúmulo. Así, los investigadores mostraron que la evolución de NGC 6101 se podía explicar si detrás había una gran población de agujeros negros tirando gravitacionalmente de las estrellas vecinas.

«Esta investigación es muy interesante porque podemos observar teóricamente una gran población de agujeros negros a través de simulaciones de computador», ha añadido Peuten. «Los resultados muestran que los cúmulos globulares como NGC 6101, que siempre se consideraron como aburridos, son en realidad los más interesantes. Cada uno de ellos podría estar albergando a cientos de agujeros negros».

Gracias a esto, los investigadores creen que se podrán encontrar muchos más de estos extraños objetos en los otros cúmulos globulares que vagan por el Universo.

Fuente: abc.es

 

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