Pese a la creencia popular que atribuye la invención del telescopio a Galileo, lo más posible es que realmente haya sido el fabricante de lentes germano-holandés Hans Lippershey el primero en construir un telescopio, en 1608. Fue justo un año después cuando el astrónomo italiano Galileo Galilei construyó uno de unos tres aumentos. Más adelante fabricó otros de hasta 30 aumentos y, en realidad, fue él quien popularizó el telescopio. Las subsiguientes mejoras que realizó supusieron el nacimiento del moderno método científico y establecieron el escenario sobre el cual llevar a cabo una espectacular revisión del lugar que nos correspondía en el cosmos.

El telescopio reveló de manera concluyente que en el universo hay muchas más cosas de las que pueden percibir nuestros sentidos desprovistos de ayuda. Chris Langton, experto en computación, señala que «ningún otro aparato ha desencadenado un cambio tan profundo en nuestra visión del mundo, obligándonos a aceptar que la Tierra (y nosotros) no somos más que una pequeña parte del inmenso cosmos.»

Aunque los primeros telescopios se fabricaron para observar objetos lejanos sirviéndose de luz visible, actualmente existe un amplio abanico de aparatos capaces de aprovechar otras regiones del espectro electromagnético. Los telescopios de refracción usan lentes para formar la imagen; los telescopios de reflexión usan un conjunto de espejos y los telescopios catadióptricos combinan lentes y espejos.

El telescopio dio paso a una era para explorar el universo en busca de aquello que es invisible al ojo carente de ayuda. Buscar ‘eso que no se ve’ dio lugar a muchos descubrimientos imprevistos, como las cuatro grandes lunas de Júpiter, Urano, Ceres, las inmensas velocidades de recesión de las nebulosas espirales, las emisiones de radio de la Vía Láctea, las fuentes de rayos X cósmicos, las erupciones de rayos gamma, los púlsares de radio, el púlsar binario con su huella de radiación gravitatoria o la radiación de fondo de microondas.

El universo observable es tan sólo una mínima parte de otro mucho más grande y desconocido, aún pendiente por descubrir y, a menudo, de la manera más inesperada.

Fuente: El libro de la Física – Clifford A. Pickover

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