Se le conoce como WASP-79b y es uno de los planetas más grandes jamás observados fuera de nuestro sistema solar. Situado a una distancia de 780 años luz, en la constelación de Eridanus, este mundo infernal no se parece a nada que gire alrededor de nuestro Sol. Ni siquiera a nada que pudiera haber imaginado un astrónomo. Ahora, el telescopio espacial Hubble ha podido analizar su atmósfera, donde encontró vapor de agua, y sorprendentemente, allí no ocurre un fenómeno conocido como dispersión de Rayleigh, el mismo que permite que los cielos de la Tierra se vean de color azul. Los científicos creen que, probablemente, ese extraño cielo es de color amarillo durante el día.

Kristin Showalter Sotzen, del Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins en Laurel, Maryland, es una de las firmas que describen este misterioso planeta extrasolar en The Astronomical Journal. Reconoce que cuando mostró sus resultados a sus colegas, obtuvo un «eso es muy raro» como respuesta. A su juicio, esta puede ser la prueba de un «proceso atmosférico desconocido que actualmente no entendemos».

«Debido a que esta es la primera vez que vemos esto, realmente no estamos seguros de cuál es la causa», reconoce la investigadora. «Necesitamos estar atentos a otros planetas como este», añade.

WASP-79b, descubierto en 2012, es lo que se llama un Júpiter caliente. Son mundos más grandes que Júpiter que orbitan muy cerca de sus estrellas, pero que probablemente nacieron en los confines del sistema planetario al que pertenecen y luego migraron hacia el interior. El año de WASP-79b dura solo dos días terrestres (Júpiter, en comparación, tarda 12 años en completar una órbita). Sin embargo, se encuentra en una órbita polar inusual sobre la estrella, lo que va en contra de las teorías de los científicos sobre cómo se forman los planetas, especialmente para los Júpiter calientes.

Llueve hierro

WASP-79b es un mundo hinchado. Tiene el doble de la masa de Júpiter y es extremadamente caliente, 1.648ºC, la temperatura del vidrio fundido. Al combinar las observaciones del Telescopio Espacial Hubble, el satélite de prospección de exoplanetas en tránsito (TESS) y el observatorio terrestre Magallanes en Las Campanas (Chile), los astrónomos descubrieron que esa atmósfera hirviente, profunda y nebulosa es peculiar. Hace tanto calor que sus nubes dispersas de sulfuro de manganeso o silicato pueden hacer llover hierro fundido. Pero esa no es la gran sorpresa. La falta de dispersión de Rayleigh es lo que dejó atónitos a los científicos.

Los investigadores esperan que el próximo telescopio espacial James Webb de la NASA proporcione muchos más datos en longitudes de onda infrarroja más largas. Estas observaciones pueden revelar más evidencia de vapor de agua en la atmósfera del planeta y proporcionarán una vista detallada de su composición química, lo que podría ayudar a revelar la causa de sus cielos amarillos.

Fuente: abc.es

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