Sobre el ecuador de Saturno llueve. Pero no es una lluvia convencional: del anillo más interno del gigante gaseoso se desprenden cada segundo toneladas de polvo que se precipitan hacia su atmósfera a gran velocidad y se vaporizan en apenas instantes.

Es lo que concluye un conjunto de investigaciones que han analizado las mediciones que la nave Cassini envió a la Tierra durante su arriesgado Gran Final que el año pasado la llevó a desintegrarse en la atmósfera de Saturno tras pasar 22 veces entre el planeta y sus anillos. Los resultados se han publicado en las revistas Science y Geophysical Research Letters.

Al pasar por la región comprendida entre la atmósfera de Saturno y el anillo más interno, el llamado anillo D, Cassini detectó una gran cantidad de polvo que caía hacia el planeta. Los científicos ya contaban con que algo del material de los anillos podía estar desprendiéndose por la atracción gravitatoria de Saturno –era uno de los principales riesgos que afrontó la nave en su Gran Final–, pero lo que halló Cassini los soprendió.

La mayor parte del material que forma los anillos principales de Saturno es agua helada. Sin embargo, en el polvo que Cassini encontró había una cantidad desproporcionadamente alta de silicatos. Y también una gran variedad de otras sustancias, como metano, amoníaco, dióxido de carbono y compuestos orgánicos.

“No sabemos aún del todo cuál es el origen de las moléculas orgánicas procedentes de los anillos”, declara Hunter Waite, del Instituto de Investigación del Suroeste (SwRI), en San Antonio (Estados Unidos), que ha dirigido una de las investigaciones publicadas en Science. “Puede ser material orgánico procedente del cuerpo original que se rompió para formar los anillos o bien material de meteoritos o cometas que han impactado contra los anillos después de su formación”, explica Waite.

Los científicos tampoco esperaban que cayera una cantidad de material tan enorme. Los diferentes equipos han estimado distintos valores, que van desde los cinco kilos hasta más de cuarenta toneladas cada segundo. Eso, para un planeta del tamaño de Saturno, que es diez veces más grande que la Tierra, podría parecer poco. Sin embargo, “si el ritmo actual persiste durante un millón de años, el anillo D actual terminaría desapareciendo”, afirma Hunter Waite. “[El impacto de] cometas y meteoritos alimenta constantemente los anillos, pero no más rápido de lo que se erosionan, por lo que tienen una vida finita y, quizá, corta”.

Al caer, la mayoría de material se volatiliza, igual que lo hacen muchos meteoros en la atmósfera terrestre, pero podría tener efectos a largo plazo en las capas más altas de la atmósfera de Saturno, señala Waite.

“Son resultados relevantes, y todavía nos espera mucho más por parte de Cassini”, valora Agustín Sánchez-Lavega, catedrático de física de la Universidad del País Vasco. Según Sánchez-Lavega, que no ha participado en la investigación, una pieza clave para entender el sistema de Saturno será averiguar la masa total de sus anillos, que al día de hoy todavía se desconoce. Ese dato, uno de los objetivos de Cassini, permitiría zanjar el debate sobre su origen. Hunter Waite afirma que los anillos se formaron cuando un cuerpo de varios cientos de kilómetros de diámetro se desintegró tras acercarse demasiado al gigante de gas. No obstante, según Sánchez-Lavega, otra posibilidad es que se formasen con el propio planeta. “Todavía no está claro”, remarca en entrevista telefónica.

En los 21 años que han pasado desde que despegó Cassini, una misión en la que colaboraron la NASA, la ESA y la Agencia Espacial Italiana, la nave ha dado una visión totalmente nueva sobre el sistema de Saturno. Descubrió lagos de hidrocarburos en Titán, el satélite más grande, y un océano de agua líquida que podría albergar vida bajo la superficie de otra de sus lunas, Encélado. Fotografió las enormes tormentas que pueblan la atmósfera de Saturno con una claridad sin precedentes. Y todavía está por ver qué más revelará la información que recogió en su Gran Final, que la acercó como nunca al planeta gaseoso. Cassini estuvo captando datos hasta el último minuto antes de desintegrarse.

Fuente: lavanguardia.com

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