Como si fuera la ecografía de un bebé antes de nacer, una investigación internacional liderada desde la Escuela Politécnica Federal de Zúrich ha captado la señal de seis galaxias justo antes de que se empiecen a formar sus primeras estrellas.

Los astrónomos las conocen como galaxias oscuras y, según varias hipótesis, serían el embrión de todas las galaxias del Universo. Según los modelos, todas ellas empiezan como una acumulación de gas hidrógeno, que se va condensando por la gravedad hasta llegar a un punto crítico en el que los átomos se unen para dar a luz a las estrellas. Sin embargo, la naturaleza de las galaxias oscuras hace que sea difícil confirmar esta hipótesis: al carecer de astros, no emiten luz en el espectro óptico, por lo que son prácticamente invisibles.

Para sortear este obstáculo, los astrónomos se han aprovechado de unas estructuras llamadas cuásares, que surgen cuando un enorme agujero negro, situado en el núcleo de una galaxia, comienza a absorber toda la materia que encuentra en su cercanía, emitiendo enormes cantidades de radiación electromagnética que recorre grandes distancias. “Hemos utilizado estos cuásares como linternas” para iluminar las galaxias oscuras, explica en entrevista telefónica Raffaella Anna Marino, investigadora de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich y primera autora de la investigación, que ha publicado en su último número The Astrophysical Journal.

Cuando la radiación emitida por los cuásares alcanza átomos de hidrógeno, estos se excitan y emiten luz; es el mismo principio por el que funciona la fluorescencia. El equipo que ha liderado Marino ha escrutado el espacio alrededor de seis cuásares con el instrumento MUSE del Observatorio Europeo Austral (ESO por sus siglas en inglés) y ha detectado seis leves fuentes de luz que, por sus características, “son candidatos muy robustos a ser galaxias oscuras”, declara Marino.

No son las primeras galaxias oscuras que se observan, pero sí están entre los candidatos más firmes, gracias a la cantidad de datos que ha reunido MUSE, afirman los investigadores. Son también las galaxias oscuras más antiguas y lejanas conocidas: emitieron la señal que han captado los astrónomos hace casi 12.000 millones de años, 1.700 millones de años después del Big Bang. Son como una fotografía al pasado, una época en la que el Universo estaba más agitado que en la actualidad. “Había muchos más fenómenos de fusión”, explica Raffaella Anna Marino.

“Hasta ahora no estaba claro cuál era el escenario de formación de las galaxias, cómo el gas se colapsa y empieza a formar estrellas. Eran todo hipótesis”, señala Marino. “Ahora tenemos una imagen justo antes de que empiece la formación estelar”. Los investigadores esperan que descubrir nuevas galaxias oscuras les ayude a arrojar luz sobre los misteriosos inicios de las estrellas.

Fuente: lavanguardia.com

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