El Universo en que vivimos se desvanece y esa es una realidad que los científicos conocen desde hace tiempo. Un destino inevitable y hacia el que todo lo que vemos (planetas, estrellas, galaxias…) se dirige sin remedio. Ahora, explorando hasta los más remotos confines del Universo observable, un equipo de científicos de la Universidad Occidental de Australia ha logrado establecer cuál será su fecha de caducidad, y han determinado, incluso, el momento en el que la última estrella se apague para siempre.

Analizando la luz que nos llega de galaxias distantes, los astrónomos se han dado cuenta de que, en la actualidad, el Universo en que vivimos es dos veces menos energético que hace «solo» dos mil millones de años. Una pequeña fracción de su edad, ya que surgió hace 13.700 millones de años. Aunque, según sus cálculos, no es necesario que nos preocupemos todavía, ya que el Universo, después de todo, se encuentra aún en la primera fase de su existencia. De hecho, deberán pasar otros cien mil millones de años para que se vuelva un lugar oscuro, frío y sin estrellas que brillen en ninguna parte. O, por lo menos, eso es lo que afirmó el astrónomo Simon Driver, director de la investigación, durante la Asamblea General de la Unión Astronómica Internacional celebrada a finales de agosto en Hawaii.

La Ciencia sabe que el Universo se está apagando gradualmente desde principios de los años 90. Fue entonces cuando los astrónomos se dieron cuenta de que, tras el Big Bang, la expansión del Universo no ha ido ralentizándose, como era de esperar, sino que se ha ido acelerando cada vez más. Es decir, que a cada minuto que pasa la expansión del Universo es más rápida.

A nivel local, las nubes de polvo y gas se comprimen y calientan hasta convertirse en estrellas, que se juntan para formar galaxias según las leyes de la gravedad. Pero a medida que el Universo se va haciendo más y más grande, a la materia le resulta cada vez más difícil juntarse. Las galaxias, y las nubes de gas de las que nacen las estrellas, están cada vez más lejos unas de otras en un Universo que se expande continuamente y cada vez más deprisa. De hecho, llegará un momento en que ya no puedan nacer nuevas estrellas y las que hay, si tienen la suerte de escapar de los enormes agujeros negros que duermen en el centro de muchas galaxias, se irán apagando poco a poco, a medida que vayan consumiendo el combustible que les permite arder y brillar en el cielo.

Para calcular la «fecha de caducidad» del Universo, Driver y su equipo han utilizado diez grandes telescopios para observar más de 200.000 galaxias en 21 longitudes de onda diferentes, desde el ultravioleta al infrarrojo. Se trata del mayor estudio jamás llevado a cabo sobre la naturaleza de la luz que llega a la Tierra procedente de esos cuerpos lejanos. Comparando la luz que nos llega desde galaxias a distintas distancias (más lejos significa también más antiguo), el equipo de invesigadores se ha dado cuenta de que, en todas las longitudes de onda analizadas, esa luz emitida por las galaxias se ha ido haciendo cada vez más débil con el paso del tiempo. No importa en qué dirección decidieran hacer sus observaciones, el resultado era siempre el mismo. En todas partes, el Universo estaba perdiendo energía. Lo cual nos lleva inevitablemente a un punto en que toda la energía se disipe y se pierda para siempre.

Sin embargo, eso no garantiza, en absoluto, que el Universo vaya a durar otros cien mil millones de años. En ese tiempo, en efecto, podrían suceder otras cosas que aceleraran su final. Entre ellas, el Big Rip (el Gran Desgarro), que provocaría el final del Universo mucho antes de ese plazo. En un claro contraste con lo que sucede con la materia ordinaria, la que forma las estrellas y galaxias que podemos ver, la densidad de la energía oscura (la supuesta fuerza responsable de que el Universo se expanda cada vez más rápido), no parece estar debilitandose en absoluto a medida que el Universo crece. Lo cual significa que su acción constante no se limitaría solo a impedir que se formen nuevas estrellas o que las galaxias se alejen cada vez más unas de otras, sino que, literalmente, las iría destrozando progresivamente, igual que a los planetas, los átomos y las partículas que los componen, hasta conseguir que cada partícula individual esté infinitamente lejos de todas las demás.

Sin embargo, sabemos aún demasiado poco sobre la energía oscura como para estar seguros de que el Gran Desgarramientose producirá realmente. Lo que si es cierto es que, si todo sigue como hasta ahora, llegará un momento en que no seamos capaces de ver ni una sola galaxia en el cielo, ya que estarán demasiado alejadas incluso para los mejores telescopios del futuro. Después, cada galaxia dependerá exclusivamente de la materia que contiene, que no podrá renovarse y que se irá consumiendo poco a poco, hasta que la última estrella de la última galaxia se apague para siempre.

Fuente: ABC.es

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