Mantener a Saturno en forma es un trabajo en equipo. Esto fue lo que descubrió un grupo de investigadores de la Universidad de Cornell, en Nueva York, Estados Unidos, que analizó datos obtenidos por la sonda Cassini de la NASA, que hace poco más de un mes culminó su misión de 13 años estrellándose contra la atmósfera del planeta anillado.

Los astrónomos sabían que el anillo más grande, denominado B, mantenía su forma gracias a la fuerza gravitatoria del la luna Mimas. Si no fuera por este satélite, la fricción dentro del anillo haría que las partículas de hielo y roca que lo componen saliesen disparadas hacia sus bordes (interno y externo), hasta que eventualmente el anillo se expandiese y acabara por dispersarse. Gracias a Mimas, las partículas se ven empujadas hacia el interior del anillo que así guarda su forma.

En el caso del anillo A -que está en una órbita más lejana- se atribuía la misma función a la luna Jano, más pequeña que Mimas. Sin embargo, al estudiar en profundidad la nueva información de Cassini, los investigadores descubrieron que Jano sola no podía estar haciendo todo el trabajo.

Crédito compartido

«Cassini nos brindó detalles de la masa de las lunas de Saturno y de las características físicas de los anillos. Y desde el punto de vista de las matemáticas, concluimos que la luna Jano por sí sola no podía evitar que los anillos se dispersasen», explicó Radwan Tajeddine, investigador asociado en astronomía y autor principal del estudio publicado en la revista Astrophysical Journal.

No puede hacerlo porque no es lo suficientemente grande. Jano lo hace con ayuda de otras seis lunas: Pan, Atlas, Prometeo, Pandora, Epimeteo y Mimas. «Todas estas lunas trabajan en equipo para contener el anillo. Juntas son fuertes», agregó Tajeddine. «Jano se había venido llevando todo el crédito por detener (la dispersión) del anillo A, algo que es injusto con las otras lunas».

Saturno no es el único planeta con anillos (Júpiter, Urano y Neptuno también los tienen). Sin embargo, los anillos de Saturno son los más grandes y brillantes. Aunque fueron descubiertos hace más de 400 años por Galileo, no se sabe cómo se formaron.

Al menos ahora, gracias a Cassini, los astrónomos pudieron entender el mecanismo que hace que se mantengan allí. Lo novedoso, explica Tajeddine, es que se trate de un esfuerzo conjunto. «Nadie se imaginó que los anillos estaban confinados por medio de un reparto de responsabilidades».

Fuente: BBC mundo

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