M8, Nebulosa de la Laguna: fue descubierta, por primera vez por Giovanni Battista Hodierna, allá por 1654. Pero no fue el único, de hecho fue visto por muchos otros después de él: John Flamsteed en 1.680, Philippe Loys de Cheseaux en 1.746, Guillaume Le Gentil en 1.747, Nicholas de Lacaille entre 1.751 y 1.752, y, finalmente, el propio Charles Messier, en la prolífica noche del 23 al 24 de mayo de 1.764 (en la que anotó varios objetos en su catálogo).

El nombre no parece proceder de ningún origen mitológico, refiriéndose, simplemente, a la forma aparente de la nebulosa, con esa vía negra que la recorre por el medio, como si se tratase de dos lagunas. Aunque es visible a simple vista, y por tanto lo era en la antigüedad, no hay ninguna mención conocida de este objeto celeste.

M8 es una gigantesca nube interestelar, concretamente una nebulosa de emisión; así es como llamamos a una región de gas ionizado que emite luz en diferentes colores en longitudes de onda que no son siempre visibles al ojo humano. Los colores que vemos en las fotografías dependen de la composición química y cuánta cantidad está siendo ionizada. La mayor parte de las nebulosas contienen abundantes cantidades de hidrógeno (que no necesita mucha energía para ionizarse) y aparece en color rojo. Cuanta más energía disponible haya de estrellas más potentes, más elementos estarán ionizados, dando lugar a tonos verdes y azules. Nosotros vemos la Nebulosa de la Laguna como una combinación de gris o gris y verde.

Messier 8 se encuentra a unos 5.200 años luz de distancia y tiene un tamaño de unos 130 años luz de extensión. Su porción más brillante suele ser llamada «la Nebulosa del Reloj de Arena», pero ojo, no hay que confundirla con la Nebulosa del Reloj de Arena propiamente dicha, que es una nebulosa completamente diferente. Toda la nebulosa en sí es una zona de formación de estrellas activa, y en su interior también podrás encontrar un cúmulo abierto (conocido con el poco exótico nombre de NGC 6530, NGC refiriéndose al Nuevo Catálogo General). La estrella responsable de la ionización de la Nebulosa es conocida como Herschel 36. De todas las que se pueden observar en la zona alrededor de la constelación de Sagitario, M8 es la más grande (tiene un tamaño aparente similar al de tres lunas llenas juntas) y la más brillante.

M8, Nebulosa de la Laguna

M9, Cúmulo globular: muchos de los objetos que Charles Messier añadió a su catálogo fueron descubiertos con anterioridad por otros astrónomos. El cúmulo M9, sin embargo, sí es uno de los descubrimientos del francés. Inicialmente, en 1764, lo describió como una nebulosa situada en la constelación de Ofiuco en el que no llegó a observar ninguna estrella. Casi 20 años después, el prolífico Sir William Herschel pudo verlo con un tamaño aumentado 250 veces (en comparación a las 104 de Messier), logrando ver algunas de las estrellas que lo componen y destacando que la gran mayoría parecían acumularse en el centro.

Posteriormente, fue observado por el almirante británico Smyth y más recientemente lo hemos observado con el telescopio Hubble, que nos ha permitido obtener imágenes espectaculares de este cúmulo globular.

Este cúmulo globular es uno de los más cercanos al núcleo de la Vía Láctea. Se encuentra a unos 25.800 años-luz del Sistema Solar, y se aleja de nosotros a 224 km/s (es decir, más de 800.000 km/h). Está tan cerca del centro galáctico que su influencia gravitacional lo deforma ligeramente. Si te fijas, es posible que veas que presenta un aspecto ligeramente aplastado, en vez de ser perfectamente esférico.

Además, al igual que muchos cúmulos globulares, contiene algunas de las estrellas más viejas de la galaxia (son alrededor del doble de viejas que el Sol) y tienen una composición muy diferente a la de nuestra estrella: no hay tantos elementos pesados como los que puede haber en el Sol, y eso es importante porque quiere decir que los elementos como el oxígeno y el carbono o el hierro que forma el núcleo de nuestro planeta, son muy escasos en estos lugares.

En el centro del cúmulo vemos miles de estrellas. Se calcula que hay unas 250.000 (y de todas esas, sabemos que al menos 13 son variables). Como verás, las hay de muchos colores y formas. Muchas de ellas son gigantes rojas, pero también hay amarillas y azules. El color de una estrella está ligado a su temperatura. Cuanto más roja, más fría, cuanto más azul, más caliente.

 

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